Durante muchos años se ha bromeado y se han hecho comentarios serios acerca de que en universidades privadas como la Anáhuac, el valor más importante no está en la formación académica ni en el rigor del conocimiento transmitido, sino en la capacidad de relacionamiento y formación de liderazgo, que no está del todo relacionada con conocimientos de alta especialidad. Es decir, no se espera que los alumnos de estas universidades sean los mejores en su campo, pero sí se espera que egresen como directores de empresa con habilidades sociales. Tal vez has escuchado antes frases como "no salí bien preparado, pero conocí a muchas personas" o "no sabía que lo importante era la gente que conocería en esa escuela" o "mi papá pagó por esta universidad para que pudiera hacer contactos".
En una sociedad productivista y utilitaria, los conocimientos de una persona solo valen por su aplicación en el mundo real. Esto solo se puede valorar objetivamente cuando se cumplen metas medibles, es decir, después de la contratación. Los exámenes y trabajos de grado son la forma en que las instituciones educativas se aseguran de que el título que otorgan cumpla con sus estándares mínimos. Teniendo en cuenta que este control de calidad es el mínimo aceptable para un alumno egresado de una institución, cualquier institución será valorada por los logros de sus exalumnos. Es decir, las instituciones educativas son valoradas por los logros consistentes de sus exalumnos.
Considerando que en la Anahuac no se buscan grandes conocimientos sino habilidades sociales, ¿realmente nos sorprende que el control de calidad de las tesis sea mínimo? No nos rasguemos las vestiduras por lo que ha pasado con Yasmín Esquivel. Ya sabemos que si se hacemos un examen de conciencia profundo veremos que muchos (tal vez la mayoría) de los alumnos de licenciatura consideran la tesis como un trámite que debe cumplirse, en lugar de un reto a dominar en su preparación. No podemos pretender que un alumno de la Anáhuac esté "súper bien preparado" cuando los hitos del desarrollo académico son una friega más que una oportunidad para desarrllarse.
Lo mismo ocurre si pensamos en la UNAM. Cuando sabemos que las plazas de maestro se venden y que los alumnos compran calificaciones, ¿nos sorprende que esta ministra haya participado en una red que ayuda a generar tesis como si fueran bolillos?
No nos hagamos los ofendidos, sus títulos no se devaluaron, su universidad no los traicionó, solo se transparentó lo que ya todos sabíamos. ¿Realmente nos sorprende? ¿O es que tenemos ganas de sorprendernos y fingir que estamos ofendidos? Por supuesto que no va a pasar nada con Yasmín Esquivel. No es su título el que no vale, sino los títulos, grados, reconocimientos y licencias de todos los que estamos dispuestos a actuar todos los días de manera poco honesta, de aquellos que están dispuestos a encontrar atajos en lo que hacen y a obtener privilegios rebasando los límites.
Dejemos de señalar a Yasmín como la mala del cuento, cuando en realidad estamos señalando a todo nuestro sistema.
¿Vamos a dar ejemplo de cambio? ¿Será este el parteaguas que marque el inicio de una sociedad más honesta y transparente?
Yo me uno, vamos todos juntos. Pero si lo que buscan es una cacería de brujas para quemar a alguien desde el teclado y ser una oposición pasiva a un régimen que se ha vuelto fuerte por la indolencia de una sociedad poco involucrada, entonces yo no le entro.
Solo digo que si vamos a ser honestos, empecemos por voltear a ver nuestras propias acciones, no sea que nos demos cuenta de que no conocemos el reglamento de tránsito y aún así tengamos una licencia.
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