A medida que sale el sol el primer día de 2023, la jungla está quieta y en silencio, el único sonido proviene del canto ocasional de las cacatúas y el parloteo distante de los monos. Muchos de nosotros estamos sintiendo los efectos del agotamiento, la abstinencia y la deshidratación tras el festejo de fin de año 2022, la selva está en silencio.
Sin embargo, a pesar de las pruebas pasadas, no puedo evitar sentir una sensación de anticipación y entusiasmo por el año que viene. ¿Qué oportunidades traerá este nuevo comienzo? ¿Será 2023 el año que nos redima de las penurias del pasado?
Muchas veces nos engañamos creyendo que el nuevo año traerá un nuevo comienzo, vemos a cada año como un personaje con sentimientos, recompensas y castigos. Pedimos deseos y hacemos listas de propósitos esperando que el año nos ayude a cumplir nuestros objetivos.
¿Recuerdas el 2016? Ese año se hizo famoso por llevarse a muchas celebridades, desde nuestro querido Juan Gabriel hasta David Bowie y muchos más. Bromeamos sobre cuántos más se llevarían en 2016 como si lo controlara una intención consciente.
Los eventos de 2016, 2018 y 2019 no fueron nada comparados con la devastación de 2020 y la pandemia. El 2021 trajo la esperanza de que la pandemia había terminado, pero el gran confinamiento continuó. 2022 fue también un año en que esperábamos el fin de la pandemia y si bien las condiciones mejoraron se llegó al final con mucha decepción. Han sido años de pérdidas y dificultades, más de las que jamás hayamos visto, o debería decir de las que seamos conscientes.
Y así, aquí estamos, en el primer día de 2023, con nuestras listas de peticiones y propósitos, nuestras 12 uvas y nuestros deseos expuestos.
Nosotros anoche realizamos un ritual mágico con lentejas. Las guardamos en nuestros bolsillos, las tiramos al suelo, las barrimos y las plantamos. Nos pusimos ropa interior de diferentes colores y brindamos por el nuevo año. Caminamos por la calle cargando maletas vacias, sin preocuparnos de lo que nuestros vecinos pensarían de nosotros con nuestros rituales locos, en año nuevo todos tenemos permiso de estar un poco locos.
Estos rituales nos ayudaron a dormir mejor, dejando el peso y la ansiedad del nuevo año al gran dios del 2023. Le pedímos que sea amable con nosotros, que sea generoso, y si no generoso al menos misericordioso. Pedimos más de lo que tuvimos en 2022 pero menos de lo que tendremos en 2024 para que la abundancia nos dure el resto de nuestros días.
El ritual es una manera de impactar nuestro consciente e inconsciente, construir las grandes metas que perseguimos. Es más fácil afrontar el año así, aunque una pequeña voz dentro de mí me recuerda a cada paso que será mi responsabilidad hacer algo al respecto. Pero también hay una voz más profunda que me da confianza. Me recuerda que no sea tan arrogante porque quizás, en una dimensión, es cierto que a los changos urbanos nos gusta encontrar dioses en todo y rezarles. Tal vez esos dioses tengan resonancia con nuestra maquinaria interna; nos alineamos con ellos y perseguimos y logramos lo que queremos.
El año nuevo no significa nada astronómicamente, y los rituales no generarán nada espontáneamente. Pero también es cierto que ayudan a que mi intención, esfuerzo y deseo se alineen, y mi intensión se refuerza después de cada ritual. El pensamiento mágico, el gran engaño nos ayuda a relajarnos, actuar con más confianza y alcanzar nuestras metas..
Puede que no seamos tercos rezando a estos dioses inexistentes y haciendo estos rituales improbables; es posible que estemos sentando las bases sobre las que se construirá el próximo año. No sé; Después de todo, solo soy un mono haciendo su trabajo: deseando un futuro mejor.
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